Fundador de la Alianza Cristiana Y Misionera Dr. Alberto Benjamín Simpson

Nació en la Isla del Príncipe Eduardo (Canadá) el 15 de diciembre de 1843. Fue dedicado al Señor mediante las oraciones del pastor de la familia John Geddie.

Ganó dos becas por su perseverancia, y pudo continuar sus estudios en la Universidad, y ordenarse como Ministro Presbiteriano en septiembre de 1865, a los 21 años de edad.

Al día siguiente se casó con Margarita Henry. Enseguida fue recibido como Pastor de la Iglesia Presbiteriana de Knox, en Hamilton, Ontario, allí fue pastor por 8 años.

A los 30 años, pastoreó la mayor Iglesia Presbiteriana en Lousville, Kentucky, de Nueva York, y su primer mensaje estuvo basado en Mt. 17:8 “y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo” inició con el lema: “Solamente Jesucristo”.

El anhelo misionero de A.B. Simpson fue creciendo y una noche mientras oraba, la visión de los perdidos sin Cristo le hizo postrarse en una dramática oración bajo el poder del Espíritu Santo, tomó el globo terráqueo y apretándolo contra su pecho, exclamó llorando: “¡Oh Dios! úsame para la salvación de los hombres y mujeres del mundo entero, que mueren en las tinieblas espirituales sin ningún rayo de luz”. Guiado por este celo, salía a las calles a predicar el Evangelio. Muchos hombres y mujeres de la más variada condición recibían a Jesucristo. Luego los invitaba al templo para recibir el amor de la familia cristiana.

Muy pronto fueron cientos de nuevos convertidos que llegaban a la iglesia, en su mayoría de humilde condición; y ellos comenzaron a incomodar a los acomodados hermanos. Esto produjo una situación insostenible, y Simpson renunció y se dedicó a los olvidados de las calles, como era su visión. Sucedió en noviembre de 1881. Tenía 38 años, una esposa y 6 hijos. Sus amigos íntimos del ministerio le pronosticaron un fracaso rotundo. Uno de ellos le dijo: “No le diremos adiós, Simpson. Pronto usted ha de volver con nosotros”. Esto nunca ocurrió; Dios tenía para él otros planes.

En noviembre de 1881, siete personas se reunieron en la primera celebración, un cuarto de arriba era un viejo teatro, una tarde fría y gris de Nueva York. Uno de esos siete era un borracho regenerado, que llegó a ser según el decir de Simpson, “el santo más dulce que jamás existiera”. Inició con varias reuniones semanales, una de las cuales siempre la hacía en plena calle. A causa de la estrechez del local, arrendaron un teatro, y más tarde implementó una carpa. Incluso el famoso Madison Square Garden fue arrendado para hacer alguna de sus grandes campañas evangelísticas. Dos años después de aquellos débiles comienzos, Simpson organizó la Unión Misionera, cuyo objetivo era la evangelización del mundo, al siguiente año enviaron los 5 primeros misioneros al Congo, África.

La visión de Simpson no era formar una Denominación, sino llevar la Palabra de Dios por todo el mundo. En 1887 nacieron dos organizaciones que funcionaron juntas por 10 años: Christian Alliance y Evangelical Missionary Alliance, hasta 1897; luego se fusionaron para formar la Alianza Cristiana y Misionera.

Cinco años después, ya había embajadas misioneras en 12 países distintos, con 40 centros y 180 misioneros.

En enero de 1910 emprendió una gira misionera que le llevó por territorios como: Brasil, Argentina, Chile y Perú.

A.B. Simpson partió a la presencia de Dios el 29 de octubre de 1919. Sobre su lápida fue escrito: “No yo, sino Cristo” y “Sólo Jesús”

El Evangelio Cuádruple

El llamado de Dios en la vida del Dr. A. B. Simpson dio como resultado una doble visión.

  • Primero. Su concepto de la totalidad y centralidad de Cristo en la doctrina dio origen a lo que ha sido llamado el “Evangelio Cuádruple”. Jesucristo es nuestro Salvador, Santificador, Sanador y el Rey que viene. Simpson solía decir: “Yo tengo cuatro ruedas en mi carruaje. No puedo descuidar las otras tres para predicar todo el tiempo sobre una sola de ellas”.
  • Segundo. La visión y amor por la gente que perece sin Cristo le impulsó a enviar los primeros equipos de misioneros. La creencia y la estrategia de Simpson era hacer que las personas llenas del Espíritu Santo se conviertan en siervos activos de la Obra del Señor.