IGLESIA EVANGÉLICA ECUATORIANA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA

Identidad Aliancista

Visión

La Iglesia Alianza Cristiana y Misionera, movilizada con un testimonio de impacto, para transformar la Nación con el Evangelio de Jesucristo.

Misión

Anunciar el Evangelio de Jesucristo y formar discípulos irreprensibles que establezcan los valores y principios del Reino de Dios, sirviendo a nuestra comunidad con amor. (Mt. 9:35-38)

¿Quiénes somos?

Somos parte de una comunidad cristiana a nivel mundial fundada en el año de 1887. Una alianza de cristianos evangélicos, unidos en diversas iglesias y congregaciones asociadas en el Ecuador, comprometidos con el Señor Jesucristo, siendo fieles a las enseñanzas de la Palabra de Dios y dedicados a cumplir la Gran Comisión que Él mismo delegó a sus seguidores, encaminados a ser como Cristo y resplandecer en el mundo, a través de vidas transformadas por Su glorioso poder.

Creemos firmemente en:

Declaración de fe

La Confraternidad Mundial Aliancista ha publicado la siguiente Declaración de fe, a la cual se adhieren todas las iglesias aliancistas partícipes de esta confraternidad:

Existe un solo Dios, infinito en su perfección, que existe en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Murió en la cruz, el Justo por los injustos, como sacrificio substitutivo, y todos los que creen en Él son justificados por medio de Su sangre vertida. Resucitó de entre los muertos, según las Escrituras, y actualmente está a la diestra de la Majestad en lo alto como nuestro gran Sumo Sacerdote. Vendrá otra vez para establecer Su Reino de justicia y paz.

El Espíritu Santo es una Persona Divina, enviada para morar en el creyente, para guiarle, enseñarle, darle poder y para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

Los Testamentos, Antiguo y Nuevo, son infalibles tales como fueron originalmente; inspirados verbalmente por Dios y son la revelación completa de la voluntad de Dios para la salvación de los seres humanos. Constituyen la única regla divina de fe y práctica cristiana.

El hombre fue creado originalmente a la imagen y semejanza de Dios; cayó por su desobediencia y así incurrió en la muerte tanto física como espiritual. Todo hombre y mujer nacen con una naturaleza pecaminosa, están separados de la vida de Dios y pueden ser salvos sólo por la obra expiatoria del Señor Jesucristo. El fin de los impenitentes e incrédulos es la existencia eterna en sufrimiento consciente; el del creyente es de gozo y dicha eterna.

La salvación se ha provisto por medio de Jesucristo para todos los hombres; y los que se arrepienten y creen en Él, nacen de nuevo por medio del Espíritu Santo, reciben el don de la vida eterna y llegan a ser hijos de Dios.

Es la voluntad de Dios que todo creyente sea lleno del Espíritu Santo y enteramente santificado, separado del pecado y del mundo, y completamente dedicado a la voluntad de Dios, y así recibirá poder para vivir santamente y servir eficazmente. Esta experiencia es a la vez una crisis y una experiencia progresiva, efectuada en la vida del creyente después de su conversión.

Hay provisión en la obra redentora del Señor Jesucristo para la sanidad del cuerpo mortal. La oración por los enfermos y el ungimiento con aceite son enseñados en las Escrituras y son privilegios de la Iglesia para el tiempo presente.

La iglesia consiste de todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo, que son redimidos por Su sangre y nacen de nuevo por la Palabra y el Espíritu Santo. Cristo es la Cabeza del Cuerpo, Su Iglesia, que ha sido comisionada por Él para

ir a todo el mundo para testimonio, predicando el Evangelio a todas las naciones.

La Iglesia local es un cuerpo de creyentes en Cristo que se reúnen para la Adoración a Dios, la edificación por la Palabra de Dios, la Oración, la Comunión, la Proclamación del Evangelio y la Celebración de las Ordenanzas del Bautismo y la Santa Cena.

Habrá una resurrección corporal de los justos y de los injustos; para aquellos será una resurrección para vida; y para éstos, una resurrección para juicio.

La Segunda Venida del Señor Jesucristo es inminente y será personal, visible y premilenial. Esta es la esperanza gloriosa del creyente y es una verdad vital que le impulsa a una vida santa y un servicio fiel.