HISTORIA DE LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA EN EL ECUADOR

«Generaciones que resplandecen»

Enfocado a cumplir la Gran Comisión, Alberto Benjamín Simpson, Pastor de la Iglesia Presbiteriana de la Calle 13ª, en New York, en 1881 renuncia a su cargo para dedicarse a las masas rechazadas, y a la vez organizar una institución de entrenamiento misionero denominado “Instituto de Formación Misionera, el Tabernáculo del Evangelio de Nueva York.

Para 1887 se fusionan dos sociedades misioneras que más adelante darían a luz a la Alianza Cristiana y Misionera, teniendo como propósito movilizar a los creyentes evangélicos para la fundación de nuevas iglesias y “llevar la Biblia entera al mundo entero”, como era el deseo del Pastor Simpson.

Sin duda, un corazón de amor, entrega y sacrificio contribuyó a que hombres comprometidos con el propósito de Dios de llevar las Buenas Nuevas de Salvación concluyan que Ecuador era el terreno propicio para compartir el Evangelio, dando como resultado la disposición de tres hombres: Jorge Fisher, J.A. Strain y F.W. Farnol, los cuales se embarcaron en un vapor llamado “Alianza” y llegaron a tierras ecuatorianas, convencidos de expandir el Reino de Dios en el país.

Posteriormente, se sumaron otros hombres a esta misión como: Homero G. Crisman y Guillermo E. Reed, quienes también forman parte de la primera etapa de nuestra historia, los mismos que impulsados por pasión de lucha y entrega al ministerio, se propusieron ganar poco a poco al Ecuador con el Evangelio, teniendo un interés por las tribus perdidas de la Región Amazónica, respondiendo así al llamado que Dios les había dado.

El avance misionero había crecido en el Ecuador, y también acudieron al servicio en nuestro país Eduardo Tarbox y su esposa; asimismo Guillermo Fritz, quienes fueron los primeros misioneros de la ACyM que llegaron a nuestro territorio, en Quito, en junio de 1897.

En los posteriores años, los obreros fieles de Dios se enfrentarían a grandes desafíos y tribulaciones que ponían su fe a prueba, demandando mayores esfuerzos y dependencia en el Señor, llevando a cabo un ministerio sacrificado pero enriquecedor, expandiendo la obra misionera a casi todo el Ecuador.

En noviembre de 1912 en Junín, Manabí, se inauguraba el primer Templo Aliancista y más tarde en 1922, el misionero Guillermo Reed, que cerca de 14 años había trabajado independientemente, se unía a la Alianza, junto con los creyentes que en 1928 llegarían a ser la congregación del Templo Alianza, que por algunos años fue considerada la Iglesia más grande en el Pacífico Sur.

La historia marca a la historia y el 24 de mayo de 1945 se efectuó una reunión trascendente. El Presidente de la Alianza Cristiana y Misionera, David S. Clark invitó a los delegados de las 14 congregaciones locales de la Alianza para reunirse en Guayaquil. La ocasión era poner en manos de los ecuatorianos la responsabilidad de conformar su propia Iglesia Nacional. Fue un momento

histórico cuando después de 48 años y 10 meses de la entrada del Evangelio, se organizó la primera Iglesia Evangélica Nacional bajo la responsabilidad de los cristianos ecuatorianos. Con los miembros del Comité Ejecutivo de la Misión, la Asamblea eligió su primera Junta Directiva Nacional, en la que el Pr. Manuel Cortéz resultó el primer Presidente de la Iglesia Nacional.

Han transcurrido 126 años de vida y obra de la Alianza Cristiana y Misionera en nuestro país y hoy ya somos alrededor de 300 iglesias y congregaciones unificadas en la Iglesia Nacional, que sirve en conjunto para cubrir todos los espacios y desafíos que demanda el liderazgo de nuestra familia aliancista, a través de sus Departamentos, Asociaciones y el Seminario Bíblico.

La Alianza del Ecuador ha salido de sus fronteras, a través de la representación de nuestro Presidente Nacional Pr. David Muthre Ruiz, y quien también dirige la Confraternidad Latinoamericana Aliancista (CLA).

Sin duda, el desafío de hoy es más grande que ayer, pero nos mantenemos firmes en nuestro legado, comprometidos en compartir la obra de Cristo siguiendo fieles Su ejemplo y cimentados en Su Palabra para continuar siendo “GENERACIONES QUE RESPLANDECEN”.